Como la gran mayoría de los ciudadanos y de los iquiqueños, era un hombre sencillo, humilde, con la talla a flor de labios, de poca escuela, pero de mucha cultura, de esa cultura que solo entrega la vida diaria y el trabajo, un hombre anónimo, conocido en su barrio. Su nombre se perdió un poco en el tiempo, solo su familia y los amigos mas allegados lo sabían, era conocido por su chapa, por su apodo o sobrenombre: “pepino”. Todos lo conocían por ese apelativo. En la Industria Pesquera Cavancha, donde entró a trabajar a los 12 años, primero como “chamayo”, en la cancha, lugar donde se juntaba el pescado (atún y luego mono) para desviscerarlo , emparrillarlo y cocerlo en los autoclaves y luego como tripulante de la incipiente Flota de la Pesquera. Sus anécdotas y aventuras son muchas tanto en la vida laboral como en su vida familiar o particular.
No fue bueno para la pelota, pero jugaba a veces por el Deportivo o el tradicional partido de los solteros contra los casados, incursionó en el box de la península, tampoco le fue muy bien, pero tenía el coraje de subirse a un ring y para eso hay que tener agallas.
Tenía cualidades histriónicas, participaba en todas la veladas que periódicamente organizaban, los jóvenes de la época, al alero de la Gruta y los Padres Oblatos, especialmente en los llamados sketch, él y el Chato Mori no podían faltar. Se pegaba sus copetes y eso lo hacía indisponerse con su madre, pasó muchas peripecias por lo mismo, hasta que se supo sobreponer al vicio.
Los Curas Oblatos, repartían juguetes que les mandaban desde Canadá para la Navidad y Pepino, fue uno de los Viejos Pascueros que recorrían las calles de la Población, invitando para la repartija.
En su deambular por la vida, enganchó con la creación de la Sociedad Religiosa “Los Morenos de San Pedro de Cavancha”, organizada por Juan Luis Brantes y por Juan Gómez, “el tuerto”, su primer Caporal. Pepino fue uno de los fundadores , uno de los Morenos del 47, uno de los tantos cavanchinos que homenajeó a San Pedro y a la Virgen del Carmen en el Pueblo de La Tirana.
Pepino era rubio y de unos rulos muy ensortijados que le hacía difícil peinarse, el Niño de la Virgen de los Morenos, usaba una peluca rubia con las mismas características y de ahí fue bautizado como Pepino, todos le decían así, ahora son muy pocos los que lo saben y los que aún lo hacen, la gran mayoría no saben el porque del origen de este apodo al Niño Dios de la Sociedad.
No se casó nunca, dedicó su vida a su trabajo, sus hermanos y luego a sus sobrinos, un día cualquiera entregó su alma al Señor, debe estar en algún sitio donde están los Hombres Buenos a la diestra de Dios Padre, porque Pepino, era un Hombre Bueno.
Ah, su nombre era Victoriano Mario Godoy Moraga.
Grande Pepino, la verdad es que como un niño tengo puros buenos recuerdo de él, de viejito pascuero, con ene regalos, de ser uno de los regalones de mi tío pepino, como olvidar ese pan tostado, los huevos de pescado que nos cocinaba, la marraqueta con pescado frito, (sin espinas), además lo Jalisco pues nunca perdía, fuera de política, deportes, o lo que fuera, y el contrincante tampoco importaba, también me recuerdo que para los tiempos de hoy seria un buen opinologo, leía mucho, su vivir simple alejado de los lujos es para mi un ejemplo de vida que mantengo, sus cuentos y sus historias que muchas veces nos entretuvieron a mis primos y a mi, y la verdad a muchos que lo recuerdan por lo mismo aun están en la memoria. Era súper bueno para comer, la Amanda su hermana menor (mi Mamá) lo regaloneaba siempre y lo invitaba almorzar a la casa, fue una de esas cuando paso que me caí del 2do piso pepino me dijo: “Quédate tranquilo voy a botar la basura y subo a buscarte” la verdad que llegue al 1er piso antes que él, pise una claraboya esta se rompió y pase al vació golpeándome, pero la cara de mi tío y su culpa eran imborrables, suerte que no fue grave. Sentí mucho cuando mi tío nos dejo, pero siempre algún recuerdo lo trae a nuestro hoy, ahora junto a Lula, Marina, Amanda y los otros nos protegen y cuidan día a día.